CORRESPONDENCIA
Macarena Eisman Hidalgo
Hospital Campus de la Salud
Avda. de la Ilustración, s/n.
18016 Granada
Caso clínico
Varón de 66 años, acude a urgencias por ictericia conjuntival y cutánea asociada a prurito de 10 días de evolución, sin dolor abdominal ni fiebre. En la analítica destaca bilirrubina total: 9,79 mg/dL, directa: 7,77 mg/dL, indirecta: 2,02 mg/dL, GGT: 814 U/L, FA: 752 U/L, GOT: 103 U/L, GPT: 128 U/L y PCR: 31,01 mg/L.
Al paciente se le había realizado unos días antes una tomografía computarizada abdominopélvica por pérdida de peso (8 Kg en el último año), y como AP de interés había sido operado en tres ocasiones por quistes hidatídicos hepáticos. En él, se visualizó la presencia de varios quistes hidatídicos hepáticos (Figura 1) y leve-moderada dilatación de la vía biliar con varias calcificaciones lineales en su interior compatibles con membranas hidatídicas migradas por fistulización (Figura 2). El paciente fue sometido a una CPRE con esfinterotomía, la cual confirmó los hallazgos tomográficos y resolvió la obstrucción biliar.
Figura 1
Imagen axial de TCMD con contraste IV, en el que se visualiza quiste hidatídico hepático con calcificación y disrupción de su pared, así como nivel hidroaéreo interno, que sugieren su complicación.
Figura 2
Imagen axial de TCMD con contraste IV en el que se visualiza discreta dilatación del colédoco con calcificación lineal endoluminal en relación al material hidatídico migrado (flecha).
Aunque la comunicación entre la vía biliar y los quistes hidatídicos hepáticos ocurren hasta en un 80-90% casos, la aparición de síntomas solo ocurre en un 13-37%[1], [2], en la que el paso de vesículas hijas o membranas del quiste al sistema biliar, ocasiona ictericia obstructiva, colangitis, o septicemia[1].
El diagnóstico de ruptura del quiste a la vía biliar, viene establecido por la discontinuidad del contorno del quiste, y la presencia de material hidatídico en el árbol biliar. El diagnóstico diferencial de la presencia de gas dentro del quiste incluye la fistulización a la vía biliar, al árbol bronquial, o la sobreinfección bacteriana (principalmente por anaerobios)[3].
Aunque la mayoría de estas fístulas podrían cerrar espontáneamente, se recomienda el tratamiento endoscópico con esfinterotomía para reducir la morbilidad, ya que disminuye la presión biliar y favorece un cierre precoz de dicha comunicación[1], [3].