Cuerpo
Presentamos el caso de una paciente de 80 años, remitida a urgencias por su médico de atención primaria, que presentaba intenso dolor anal con ligero sangrado de características distales junto con la presencia de una masa que salia a través del ano, iniciado aproximadamente una hora antes. A la exploración se apreciaba un prolapso rectal incarcerado, con la mucosa violácea, edematosa, dolorosa al tacto y con ligero sangrado al roce (Figura 1). Se decidío realizar la reducción no quirúrgica del mismo para lo que previamente se aplicó abundante lubricante urológico con tetracaína (Figura 2). Una vez reducido el prolapso, no se apreciaron ni hipertonía esfinteriana, ni fisura, ni hemorroides internas, existiendo una pequeña hemorroide externa no complicada en el margen anal izquierdo. La paciente fue dada de alta asintomática, no habiendo vuelto a presentar ningún episodio de prolapso y declinando ser estudiada por su digestólogo de zona.
El diagnóstico del prolapso rectal debe incluir una historia clínica y un examen físico completos[4], grado de recomendación 1C[4]. El diagnóstico diferencial se establece sobre todo con el prolapso hemorroidal completo, del que se diferencia porque no salen todas las capas del recto y además porque se pueden apreciar perfectamente los pedículos hemorroidales. Para la reducción precoz de prolapso es muy útil la utilización de lubricante con anestésico incorporado, y en casos más evolucionados también puede usarse azúcar granulado para reducir el edema de la mucosa y facilitar la reducción[3]. Respecto al tratamiento definitivo debe ser quirúrgico[4], grado de recomendación 1B, aunque el manejo conservador con laxantes y fibra puede ser útil para la reducción manual de prolapso y así evitar su incarceración[4], grado de recomendación 2C.