CORRESPONDENCIA
António Correia Varela Almeida
Unidad de Gastroenterología
Complejo Hospitalario de Especialidades Juan Ramón Jiménez
Ronda Exterior Norte, s/n.
21005 Huelva
Imagen
Mujer de 76 años con antecedentes de diabetes tipo 2 y esofagitis péptica grado A en tratamiento con omeprazol. Presenta odinofagia desde hace unos meses sin otros síntomas ni signos clínicos acompañantes. Se realiza una endoscopia oral en la que se observa, en antro prepilórico, una lesión polipoidea de unos 20 mm de diámetro con pedículo ancho y sin irregularidades en su superficie (Figura 1). Se toman biopsias de la misma con informe histológico de gastritis crónica atrófica y test de ureasa positivo. Se pautó tratamiento erradicador para Helicobacter pylori. La ultrasonografía endoscópica observó a nivel antral una lesión protuyente, hipoecogénica y homogénea confinada en el espesor de la mucosa. Posteriormente se realizó resección endoscópica de la lesión sin presentar complicaciones tras el procedimiento. El informe anatomopatológico emitió el diagnóstico de pólipo fibroide inflamatorio o tumor de Vanek (Figura 2) destacando en el estudio inmunohistoquímico inmunofenotipo positivo para CD34 y vimentina, confirmando así el diagnóstico (Figura 3).
Figura 1
Lesión de aspecto polipoide pediculada de aproximadamente 20 mm de diámetro en antro a nivel prepilórico sin irregularidades en su superficie.
Figura 2
Proliferación de células fusiformes entremezcladas con estructuras vasculares e intensa respuesta inflamatoria con presencia de eosinófilos.
El pólipo fibroide inflamatorio es un tumor muy poco frecuente constituyendo menos del 0,1% de todos los pólipos gástricos[1]. La mayoría se localizan en el antro prepilórico (70%) y pueden surgir de la mucosa o incluso de la submucosa[2].
Típicamente en endoscopia suele presentarse como una lesión polipoidea única, sésil o pediculada, revestida por mucosa de aspecto normal que en ocasiones puede estar deprimida o ulcerada. El patrón ultrasonográfico más común es de una lesión de márgenes mal definidos, hipoecogénica, homogénea y localizada en la segunda o tercera capa, manteniéndose intacta la cuarta capa de la pared gástrica[3].
Microscópicamente se caracteriza por la presencia de tejido fibroconectivo laxo y células inflamatorias, en especial eosinófilos[4]. El estudio inmunohistoquímico tiene un papel relevante en su diagnóstico, ya que característicamente son CD34 y vimentina positivos[5].
Por lo general son asintomáticos[6] aunque, los pólipos de gran tamaño pueden provocar síntomas como dolor abdominal, sangrado o incluso cuadro suboclusivo.
Se ha descrito una asociación patológica de estos tumores con la presencia de infección por Helicobacter pylori y que su erradicación podría influir en la evolución de los PFI pero estos mecanismos no están aún claros[7]. El principal diagnóstico diferencial hay que realizarlo con los tumores del estroma gastrointestinal (GIST), gastroenteritis eosinofílica y otros tumores benignos mesenquimales[8].
Aunque los PFI son tradicionalmente considerados lesiones benignas, existen estudios recientes sugiriendo la posibilidad de formar un proceso neoplásico[9]. De esta forma, la resección endoscópica o quirúrgica podría estar indicada en todos los pacientes, no solamente en aquellos con pólipos grandes o sintomáticos. Una vez completamente resecados, los PFI no recidivan ni requieren tratamiento adicional o vigilancia[10].